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El documental de un santafesino es el único de Sudamérica en llegar al Festival de Cine de Grecia

El director del film, Juan Benitez Allassia, brindo detalles de «El cine ha muerto». «Es un documental ensayo que trabaja alrededor de la figura de mi padre, un cinéfilo que formó parte de la edad de oro del cine en el pueblo donde nací», destacó.

Juan Benitez Allassia es un cineasta santafesino y su reciente película, «El cine ha muerto», participará del Festival internacional de Cine de Thessaloniki y es la única de Sudamérica en el evento. El nuevo trabajo del realizador quedó ternado para competir en la sección de documentales Film Fordward, que se centra en el cine independiente y los cineastas emergentes de todo el mundo.

En una entrevista con AIRE, el director contó que el documental está inspirado en la figura de su padre. «El cine ha muerto es un documental ensayo que trabaja alrededor de la figura de mi padre, un cinéfilo que formó parte de la edad de oro del cine en el pueblo donde nací, un pueblo ubicado en el centro sur de la provincia de Santa Fe. «Empezamos un viaje juntos por estos espacios, porque nos interesaba retratar y contar las historias de las salas de cines de Centeno y Díaz, los pueblos donde nacimos ambos. Luego de que hicimos un viaje -que pude registrar con la cámara- mi papá pierde la vida. Desde ahí, la película gira hacia otro lugar para preguntarse: ¿cómo registrar la ausencia?, ¿qué vinculo había entre mi papá y el cine?, ¿y si el cine nos unió?. Las salas pasan a un lugar secundario y me empiezo a interesar por reconstruir el vínculo con mi papá, por eso afirmo que el cine muere: «El cine ha muerto»», contó Benitez Allassia. El director santafesino afirmó que la idea principal que quiere transmitir con su documental es que sin su padre no hay más cine. Además se le suman otros conceptos meramente tecnológicos: las perdidas del espectáculo locativo (las salas), pérdida de la materialidad que le da origen al cine (el celuloide), los teatro públicos y sociales.

El cineasta desataca que su producción audiovisual está profundamente arraigada a su historia personal. «Indago a partir de la figura de mi padre; me pienso en relación con él. Por el otro lado, desde el punto de vista arquitectónico, en la cotidianeidad pasamos por lugares y no nos damos cuenta la cantidad de historias que pasaron por allí. Solo vemos el derrotero de un sitio que está camino a desaparecer. Con las salas de cine de los pueblos pasa eso; en la ciudad también. En Santa Fe supo haber 15 o más salas de Cines, ahora únicamente queda el cine América. Claramente, hay una suerte de pensar la imagen como un posible recuperador de esas historias pasajeras; la del cine, la de mi pueblo y la de mi familia. Creo que eso justifica el por qué quería hacer esa película. Cuando mi papá murió esos sitios se volvieron más significativos porque sé que él había estado ahí», relató.

Consultado acerca de por qué deberían ver su documental, reflexionó: «El cine, en general, propone todo el tiempo nuevas maneras de pensarse y hacerse. En este sentido, cuando empecé la maestría en cine documental en la Universidad del Cine en Buenos Aires, me di cuenta de que este género no era solamente el tratamiento de lo real; sino que iba más allá. El cine es una ilusión, y el documental lo acompaña. Mi búsqueda tiene que ver con llegar a ese límite, ese borde, esa frontera entre lo real y lo ficticio: lo indeterminable. En este sentido, la película tiene interesantes elementos técnicos que parten de búsquedas conceptuales». «Es una película fantasmagórica en donde no aparecen cuerpos “reales” sino que son sólo proyecciones o imágenes en televisores y pantallas de celulares. Parto de una idea que me comentó un habitante del pueblo»

Para Benitez Alassia la película se destaca por «un uso creativo de las técnicas audiovisuales». Y agrega: «Por el otro lado, la propuesta sonora que realizamos con otro santafesino, Augusto Bode Bisio, también es interesante porque partimos de esta idea de romper con los usos reales del lenguaje documental. Entonces en toda la película el pueblo no suena a pueblo, manipulamos ese sonido para que se parezca a otra cosa: más mecánico, más fantasmagórico, más irreal, más onírico».

 

Fuente: Aire de Santa Fe

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