En el documental de su autoría que llega el 26 de diciembre en el Cine América, Juan Benítez Allassia regresa a su pueblo, Díaz, para registrar la desaparición de las salas de cine. Pero también para reencontrarse con la historia de su papá, un cinéfilo que en los ‘70 llevó con sus amigos el primer proyector a esa localidad ubicada a 100 kilómetros de Santa Fe.
El próximo lunes 26 de diciembre se presentará en el Cine América (25 de Mayo 3075) el ensayo documental “El cine ha muerto”, que lleva la firma de Juan Benítez Allasia. En este trabajo, que tuvo su estreno mundial en la sección Film Forward Competition del Festival de Tesalónica, el director vuelve a su pueblo natal, Díaz, para registrar la desaparición de las salas de cine. En esa localidad de 1500 habitantes que ya no es la misma de antes, la historia de los espacios consagrados a las proyecciones se cruza con la de la familia del propio Juan.
Para el director, que es Licenciado en Ciencias de la Comunicación en la Universidad Católica de Santa Fe y Magíster en Cine Documental en la Universidad del Cine de Buenos Aires, el proyecto implicó un lustro de trabajo y se modificó varias veces en el camino. Todo arrancó con la inquietud (que remite en cierto modo a films icónicos como “La última película” de Peter Bogdanovich o a “Cinema Paradiso” de Giuseppe Tornatore) de pensar cómo el advenimiento de nuevas posibilidades de acceso a las películas fue horadando al cine como práctica social, hasta llevar al cierre de las salas.
Cuando, luego de realizar un posgrado vinculado al cine, Allassia empezó a investigar este proceso en su pueblo natal, descubrió que su familia había tenido un rol activo en la época floreciente de la actividad. “Encontré a un padre muy ligado al cine”, expresó. De hecho, durante los tiempos en que ir al cine era una práctica usual, el papá de Juan integró la comisión del Cine Monumental en Estación Díaz y hasta llevó el primer proyector al pueblo. Pero, en medio del proceso, falleció. Lo cual impulsó al director a sumar otra capa a su proyecto: el eje ya no era sólo la desaparición de las salas, sino también el vínculo con el padre. Y una pregunta clave: ¿Cómo registrar aquello que no está?.
Así, la película se introduce en las dimensiones de la memoria y lo que intenta es explorar tiene que ver con los modos en que se configura la experiencia de los encuentros. “El cine se convertía en el único medio para poder hacer que la figura de mi padre recorriera esos espacios casi muertos por los que transitó en su vida”, explicó el director. El director desarrolla una idea interesante, que se pone de manifiesto en la resolución formal y es que los cuerpos aparecen “gracias al cine”. Así, los mismos no se presentan de manera física sino a través de imágenes proyectadas en lugares extraños como paredes, casas, televisores y teléfonos.
La premisa de la que parte Benítez de que el cine ha muerto no es nueva. De hecho, como el propio director recordó en una charla con este medio, Roberto Rossellini hace más de 60 años aseguró que dejaba de hacer cine para volcarse a la televisión. Pero el aporte de su film es ver cómo estos fenómenos globales vinculados con los cambios tecnológicos y de acceso a los contenidos tuvieron reverberación en los pueblos chicos, como el caso de Díaz.
El estreno en el Cine América previsto para el lunes próximo será especial, dado que se trata de una de las pocas salas de cine que permanecen en pie y remiten a la época dorada. La idea del director para los meses que vienen, además de continuar realizando proyecciones, tiene que ver con la posibilidad de realizar una gira por distintos pueblos.
Fuente: El Litoral